"El arte de la maternidad es enseñar el arte de vivir a los niños".
- Elaine Heffner
¿Deberías ignorar el comportamiento bobo de tus hijos cuando son contestones?
No lo creo. Cuando los niños expresan su irritabilidad hacia nosotros intentan decirnos algo, y si no escuchamos, simplemente aumentarán.
Pero eso no significa que debas "tomar medidas demasiado enérgicas" porque eso erosiona la relación con tu hijo y hace que el comportamiento irrespetuoso sea aún más probable en el futuro.
Tu objetivo es invitar a una comunicación constructiva mientras restableces calmadamente el estándar de respeto. Para hacer eso, necesitas mantener la conexión con el niño enojado, incluso, mientras señalas su tono hiriente.
Esta es una estrategia de tres pasos.
1. Controla tu lenguaje y modela el respeto y la bondad a medida que interactúas con tu hijo.
Si te encuentras criticando o gritando, muerde tu lengua. Eso es algo que no quieres enseñar. Si necesitas establecer límites, espera hasta que puedas hablar con calma y respeto.
2. Fortalece la relación con tu hijo buscando todas las oportunidades para conectarse positivamente.
Los niños piensan dos veces antes de herir los sentimientos de los padres con los que se sienten conectados. Asegúrate de pasar al menos 15 minutos a solas con cada niño todos los días, brindándoles tu atención centrada y positiva.
3. Si tu hijo te habla en un mal tono, con calma combate el comportamiento negativo y vuelve a establecer una expectativa clara de comportamiento respetuoso mientras te mantienes conectada con tu hijo:
"¡Ay! Cuando me hablas así me duele. Sabes que yo no te hablo en ese tono aunque esté enojada. Puedes decirme qué estás molesto sin atacarme. ¿Qué está pasando?
O, si ya lo sabes, "sé que estás muy enojado conmigo en este momento. He escuchado cuánto deseas que diga que sí a lo que quieres. Hablemos de eso cuando los dos estemos más tranquilos. "
Ten en cuenta que estamos enseñando a los niños como relacionarse de manera respetuosa con otra persona. Si ignoramos su falta de respeto, no les hacemos ningún favor. Si reaccionamos irrespetuosamente a su rudeza, perpetuamos el comportamiento. ¿El secreto? Predicar con el ejemplo