Sé que es un tema sensible, y créeme, muchas de nosotras hemos pasado por ese mismo torbellino de emociones. Nos dicen que ser mamá significa “dar todo” por nuestros hijos, y, por otro lado, también nos dicen que necesitamos seguir nuestros propios sueños y tener una vida balanceada. Es como si tuviéramos que elegir entre ser la mamá perfecta o ser una mujer con aspiraciones. Y claro, cuando nos vemos en la realidad de tener que llevar a nuestro peque a la guardería, ¡la culpa aparece con toda su fuerza!
Pero quiero decirte algo que espero te ayude a verlo de otra manera: la culpa es una emoción muy normal, pero no significa que estés haciendo algo mal. Eres una excelente mamá y, aunque a veces cueste verlo, estar ahí para tu peque y, a la vez, perseguir tu camino profesional no son cosas opuestas. Vamos a desglosar esta sensación de culpa y ver cómo puedes encontrar paz en la decisión que has tomado.
1. La Culpa Materna: De dónde Viene y Cómo Reconocerla
La culpa de “no ser suficiente” viene de tantas expectativas que, sinceramente, son imposibles de cumplir. Nos hemos criado con la idea de que una "buena mamá" siempre está presente, hace todo y se desvive por sus hijos. Pero piensa en esto: ser una buena mamá no significa estar físicamente con ellos las 24 horas. El cariño, la calidad de tiempo y el apoyo emocional que les das valen más que cualquier cantidad de tiempo en sí misma.
Reconocer que sientes esta culpa y entender de dónde viene es el primer paso para aprender a gestionarla. Así que, permítete sentirla y luego cuestiónala. ¿Realmente crees que no eres una buena mamá por llevar a tu peque a la guardería? ¿O es una expectativa social que te está presionando?
2. La Guardería Puede Ser una Experiencia Positiva para tu Peque
Llevar a tu hijo a la guardería no significa que estás abandonándolo. De hecho, piensa en todas las cosas maravillosas que puede aprender ahí: socialización, juegos educativos, nuevas experiencias y la posibilidad de adaptarse a nuevos entornos. Los niños en las guarderías desarrollan habilidades importantes, como compartir, ser independientes y comunicarse con otros. Así que, en lugar de verlo como una “separación,” piensa en ello como una oportunidad para su crecimiento. Estás dándole una experiencia que va a enriquecerlo.
3. El Trabajo También Es una Parte de Ti y Eso Está Bien
Tu trabajo es parte de quien eres, y sentirte realizada profesionalmente también es algo muy importante. No es egoísta tener aspiraciones propias o querer crecer en tu carrera. Es más, piensa en el ejemplo que le estás dando a tu peque: al verte como una mujer comprometida con sus metas, le estás enseñando valores como la independencia, la determinación y el amor propio.
Ser mamá no significa tener que renunciar a todo lo demás que eres. Eres una mujer completa, y tu trabajo también contribuye a que te sientas bien, plena y satisfecha. Y una mamá feliz y realizada es una mamá que puede dar lo mejor de sí.
4. Busca Momentos de Conexión Real con tu Peque
Lo que realmente importa no es cuánto tiempo pasas con tu hijo, sino la calidad de ese tiempo. Si puedes, intenta reservar un ratito cada día, aunque sea breve, para una conexión de calidad. Puede ser la hora de cenar, el baño, o incluso leer un cuento antes de dormir. Ese espacio íntimo donde estás presente, sin distracciones, será especial para ambos y les dará la oportunidad de fortalecer su vínculo.
5. Rodéate de una Red de Apoyo y Evita el Juicio Externo
Es muy fácil escuchar comentarios de quienes creen que una mamá “debería” estar en casa o que “debería” elegir tal o cual cosa. Sin embargo, tu vida es solo tuya, y tus decisiones solo tú las puedes entender. Habla con otras mamás que estén en situaciones similares, con personas que te entiendan y te den ánimos, no con quienes te critican o te hacen sentir insuficiente.
Rodéate de personas que te apoyen y comprendan que estás tomando decisiones basadas en el amor y en lo que es mejor para ti y para tu familia. Al final del día, eres tú quien mejor conoce tus circunstancias.
6. Permítete el Autocuidado y la Compasión hacia Ti Misma
Recuerda que una mamá también necesita tiempo para cuidar de sí misma. La culpa y la presión pueden hacer que te descuides, pero recuerda que tomarte momentos para ti misma no te hace una mala madre. ¡Al contrario! Te da fuerzas para enfrentar el día a día y recargar energías. Practicar mindfulness, darte pequeños descansos, y recordarte cada día lo buena mamá que eres pueden hacer una gran diferencia.
7. Haz las Paces con Tu Elección
Tu decisión de seguir trabajando y llevar a tu peque a la guardería es una decisión válida, responsable y amorosa. La culpa no desaparecerá de la noche a la mañana, pero aceptar que has tomado una elección informada y en beneficio de toda tu familia es un paso hacia la paz interna. Confía en que estás haciendo lo mejor para ambos.
Amiga, no necesitas ser una mamá “perfecta” para ser una buena mamá. Esa culpa que sientes es solo una señal de cuánto amas a tu peque. Pero el amor también se demuestra dándole un buen ejemplo, buscando un equilibrio, y cuidando de ti misma. ¡Tu peque te adora y lo más importante es que siempre estás para él o ella cuando más lo necesita! Así que, respira, confía en ti y recuerda que ser mamá también significa ser humana.