¿Te has fijado que tus hijos siempre quieren platicar de algo profundo o aclarar ciertas dudas antes de dormir?
Es perfectamente normal. Los seres humanos, incluidos los niños, estamos ocupados y distraídos durante todo el día. De hecho, la mayoría de nosotros hacemos en piloto automático muchas cosas como comer o revisar nuestro celular.
Cuando las luces se apagan y la quietud se asienta, las cuestiones no resueltas toman el centro del escenario.
Para tus hijos, esta es la última oportunidad de conectarse antes de que te despidas de ellos y lo dejes listos para dormir. Necesitan un último check-in para confirmar tu disponibilidad emocional, para darle valor, para dejar el equipaje del día atrás.
El establecer la hora de acostarse de tus hijos un poco más temprano con la suposición de que vas a pasar algún tiempo platicando con ellos en la oscuridad es una de las mejores cosas que puedes hacer por ellos.
Son esos momentos de conexión, donde ellos se sienten seguros y amigables, los que hacen tus hijos se sientan cómodos para platicarte lo que no se no se ve a simple vista, ya sea algo que sucedió en la escuela o sus preocupaciones sobre el día siguiente.
Tal vez la oscuridad quita un poco de la presión para poder ahondar en emociones vulnerables sin vergüenza. O tal vez se siente seguro porque lo acurrucas. Tal vez incluso trae de vuelta esa sensación de ser un bebé en tus brazos, donde mamá o papá puede hacer todo bien de nuevo. O tal vez es ese profundo silencio el que nos ayuda a todos a oír la pequeña voz dentro de nosotros.
¿Tienes que resolver sus problema en ese momento? No. Sólo escucha. Reconoce sus sentimientos. Tranquiliza a tu hijo para y dile que juntos lo resolverán mañana.
Al día siguiente, asegúrate de darle seguimiento al tema. Te sorprenderás de cómo profundizas en tu relación con tus hijos.
"En los momentos de silencio, ves las almas de los niños." - Rabino Sandy Eisenberg Sasso